"...Presentamos a ustedes excelente articulo de la Licenciada: Cecilia Hadad Fonoaudiologa quièn en la actualidad se encuentra radicada en el Reino de España, esta profesional trata el tema de la HIPOACUSIA LABORAL de forma magistral puès amèn de ser su especialidad es un tema en el que constantemente se actualiza ya que como ella misma lo señala es una Exploradora incansable,espero puès disfruten tanto como nosotros de esta interesante exposiciòn...."
Cordiales, Saludos !!!
Dra: Emilia De Leòn Alonso de Andrea
ABOGADO-U.C.A.B.
Dr: Gilberto Antonio Andrea Gonzàlez
ABOGADO-U.C.A.B.
Hipoacusia laboral:
Les doy las gracias a mis amigos venezolanos de este bufete que me han invitado a escribir sobre el tema de las pérdidas de audición producto a la exposición a un ambiente laboral nocivo. Pero, a muchos años de haber comenzado a investigar sobre ellas, quiero ofrecerles “un nuevo enfoque”, una nueva perspectiva, producto sin lugar a dudas de la experiencia acumulada en el tema y a nuevos conceptos que ahora mismo estoy analizando.
Es muy conocido y, lo que es mejor aún, indiscutible ya, el aceptar a los ambientes laborales insalubres como causa de muchas enfermedades y accidentes laborales. Sin embargo ha costado mucho tiempo llegar hasta el punto actual donde se ofrece al trabajador, o al menos debería otorgársele, garantías de que en su puesto de trabajo no le ocurrirán hechos que perjudiquen su salud ni física ni emocional y, reducir al mínimo, la posibilidad del acontecimiento de cualquier accidente en ése ámbito.
La seguridad y salubridad laboral son conquistas sociales que nunca deben de renunciarse, y, amigos míos, es tarea de profesionales en diferentes materias, el asegurarse que existan como realidad en el trabajo y no como una mera expresión de deseo o práctica limitada al momento de las inspecciones por parte de las autoridades gubernamentales.
Partimos de la base de que cuando en el ambiente de trabajo existen ruidos (y/o vibraciones o infrasonidos) que superan determinados niveles estándares pueden acontecer las llamadas lesiones inducidas por ruido o trauma acústico a los trabajadores expuestos. La presencia y el nivel de dicha lesión se detecta a través de estudios audiológicos específicos que no supondrán de mayores dificultades a la hora de un diagnóstico certero. En resumen, se disponen desde hace muchos años de elementos diagnósticos para determinar con precisión la existencia de un trauma acústico y el grado de dificultad o invalidez que ocasionará a la persona que lo padece.
Hasta aquí está todo dicho.
Y no hay demasiado para añadir.
Pero, es un punto de inflexión importante, al menos lo ha sido para mí desde los últimos tiempos. El poder saber a ciencia cierta a qué se enfrenta en profundidad un ser humano que se ha enfermado simplemente por permanecer en su puesto de trabajo.
Vosotros me diréis que la psicología laboral se encarga ya de eso, y es materia conocida también por mi y de hecho lo hace, pero sigue habiendo puntos donde no están contemplados el verdadero alcance de las enfermedades laborales como impacto permanente para esa persona.
En el caso concreto que nos ocupa, el de las afecciones auditivas, quiero hacerles reflexionar que no se trata solamente de ESCUCHAR MENOS, ni de que UNA PRÓTESIS AUDITIVA PUEDA RESOLVER EL PROBLEMA, porque las cosas en las lesiones irrecuperables no funcionan tan sencillamente.
Los ruidos destrozan parte o toda una estructura del oído interno llamada cóclea o caracol que ya pertenece a la vía neuronal auditiva, es decir, estamos hablando ya de neuronas, que hasta el día de la fecha, la medicina actual no puede regenerar de ninguna manera, y, peor aún, de seguir la persona expuesta a los mismos o a otros ruidos el alcance de la afección será cada día mayor, es decir, es progresiva.
Además de la presencia de poca audición en un espectro tonal al principio limitado a una o dos frecuencias agudas, pueden existir zumbidos (tinnitus o acúfenos) que son ruidos fisiológicos productos inequívocos del daño auditivo presente que ocasionan molestias difíciles de soportar porque se escuchan cuando el nivel del ruido externo es poco, por ej, en la casa y sobretodo a la noche. Aparece la paradoja, el trabajador se ENCUENTRA EN LA ENCRUCIJADA SIN SOLUCIÓN donde sabe que si se expone a ruidos intensos podría seguir enfermándose hasta llegar a la sordera total y, por otro lado, si permanece en sitios silenciosos los zumbidos le harán la vida literalmente imposible a tal punto de necesitar medicación continua para poder conciliar el sueño más la presencia de cuadros de ansiedad típicos que también requerirán tratamiento medicamentoso.
Otro elemento a tener en cuenta es el poco margen en el llamado campo auditivo que los traumatizados acústicos poseen. El campo auditivo es el espacio de audición que tenemos entre el umbral mínimo (cantidad de sonido mínimo perceptible) y el umbral máximo (cantidad de sonido máximo antes de experimentar molestia o dolor). Así pues, un campo auditivo estrechado por el trauma provoca que en niveles normales de ruido éste individuo lo perciba con dolor. APARECE OTRA PARADOJA, si le hablan bajo no entiende o no escucha y si le gritan le causan una gran molestia y a veces incluso dolor.
Empieza una etapa espantosa de confusión.
Porque es complicado manejarse entre falsas opciones, ya que escoja lo que escoja saldrá perjudicado.
Además, en caso de hipoacusias laborales producto de la exposición a ruidos pero con presencia de agentes tóxicos pueden ocasionar las llamadas hipoacusias mixtas, de causa laboral compuesta, donde los síntomas comunes de trauma acústico por ruido se verán enmascarados (confundidos) con otros síntomas más acordes a causas de toxicidad. Existe otra estructura en el oído interno responsable del equilibrio llamada conductos semicirculares que suelen dañarse en estos casos provocando mareos, vértigos, vómitos o estados nauseosos y un sentimiento generalizado de peligro extremo por caídas o desmayos.
Las afecciones en el laberinto son extremadamente peligrosas porque si no se detectan a tiempo son causas de futuros accidentes laborales o en el ámbito familiar.
Imagínense estar padeciendo una hipoacusia mixta. Literalmente nos sería muy difícil salir de nuestros hogares y movernos en el mundo real sin inconvenientes.
Otro tema que quiero que penséis es sobre la FALSA IDEA DE QUE UN AUDÍFONO les resolverá el problema. Los audífonos no son gafas, para nada. Los audífonos son amplificadores que requieren de una cóclea con restos de audición importantes para que sean de utilidad. El campo del lenguaje se observa en un espectro tonal limitado, y este espectro es uno de los primeros en afectarse en hipoacusias laborales de segundo grado, es decir, cuando ya han progresado un poco, el trabajador empieza a no entender lo que le dicen y los audífonos no le resolverán DE NINGUNA MANERA el tema de lo que se denomina la comprensión del lenguaje hablado.
Y por último quiero detenerme en otra cuestión, una que es el “gran desconocido”, el factor simbólico del lenguaje.
El ser humano es humano simplemente porque dentro de la evolución en las especies podemos simbolizar nuestra comunicación, es decir, otorgarle un sentido definido, personal, único, inherente al plano semántico, resumiendo, podemos y debemos OTORGARLE UNA SEÑAL DE IDENTIDAD A LO QUE DECIMOS para que la comunicación sea efectiva y al mismo tiempo suceda en todos los aspectos.
Una de las críticas más agudas que algunos antropólogos actuales hacen a las presentes sociedades tecnológicas y tecnologizadas que vivimos gira alrededor de estos conceptos. Ellos opinan que ESTAMOS CADA DIA MÁS CONECTADOS PERO TENEMOS POCO QUE DECIRNOS porque la comunicación ha dejado de ser bidireccional para convertirnos en meros testigos de lo que otros dicen que nos llega, eso sí, a una velocidad de vértigo y con una simultaneidad inédita.
Todos sabemos por el ordenador o por el televisor o por el cine lo que otros dicen, expresan, piensan, pero el INTERCAMBIO ENTRE PERSONAS para que acontezca lo simbólico (es decir, para otorgar el significado a lo que digo-escucho) es nulo.
El hipoacúsico laboral entra en ésta dinámica, deja de ser un interlocutor válido para convertirse en un mero receptor de lo que otros dicen, pero incapaz de mantener el flujo presente en una conversación corriente.
Con el tiempo, dejar de simbolizar es dejar de ser lo que por derecho natural somos, personas.
No es sencillo que podáis comprender “en una sola lectura” la magnitud del sufrimiento que una persona enfrenta como resultado de perder la audición por estas causas, pero al menos espero haberles “despertado” un nivel de conciencia sensible más cercano a la realidad del trabajador padeciente y animarles como abogados a que defendáis a estas personas de una manera más acertada y justa.
Mis respetos.
Cecilia Hadad Beltramo.
Fonoaudióloga, gestora educativa.
Santa Margalida, Mallorca.
Febrero, 2009
Les doy las gracias a mis amigos venezolanos de este bufete que me han invitado a escribir sobre el tema de las pérdidas de audición producto a la exposición a un ambiente laboral nocivo. Pero, a muchos años de haber comenzado a investigar sobre ellas, quiero ofrecerles “un nuevo enfoque”, una nueva perspectiva, producto sin lugar a dudas de la experiencia acumulada en el tema y a nuevos conceptos que ahora mismo estoy analizando.
Es muy conocido y, lo que es mejor aún, indiscutible ya, el aceptar a los ambientes laborales insalubres como causa de muchas enfermedades y accidentes laborales. Sin embargo ha costado mucho tiempo llegar hasta el punto actual donde se ofrece al trabajador, o al menos debería otorgársele, garantías de que en su puesto de trabajo no le ocurrirán hechos que perjudiquen su salud ni física ni emocional y, reducir al mínimo, la posibilidad del acontecimiento de cualquier accidente en ése ámbito.
La seguridad y salubridad laboral son conquistas sociales que nunca deben de renunciarse, y, amigos míos, es tarea de profesionales en diferentes materias, el asegurarse que existan como realidad en el trabajo y no como una mera expresión de deseo o práctica limitada al momento de las inspecciones por parte de las autoridades gubernamentales.
Partimos de la base de que cuando en el ambiente de trabajo existen ruidos (y/o vibraciones o infrasonidos) que superan determinados niveles estándares pueden acontecer las llamadas lesiones inducidas por ruido o trauma acústico a los trabajadores expuestos. La presencia y el nivel de dicha lesión se detecta a través de estudios audiológicos específicos que no supondrán de mayores dificultades a la hora de un diagnóstico certero. En resumen, se disponen desde hace muchos años de elementos diagnósticos para determinar con precisión la existencia de un trauma acústico y el grado de dificultad o invalidez que ocasionará a la persona que lo padece.
Hasta aquí está todo dicho.
Y no hay demasiado para añadir.
Pero, es un punto de inflexión importante, al menos lo ha sido para mí desde los últimos tiempos. El poder saber a ciencia cierta a qué se enfrenta en profundidad un ser humano que se ha enfermado simplemente por permanecer en su puesto de trabajo.
Vosotros me diréis que la psicología laboral se encarga ya de eso, y es materia conocida también por mi y de hecho lo hace, pero sigue habiendo puntos donde no están contemplados el verdadero alcance de las enfermedades laborales como impacto permanente para esa persona.
En el caso concreto que nos ocupa, el de las afecciones auditivas, quiero hacerles reflexionar que no se trata solamente de ESCUCHAR MENOS, ni de que UNA PRÓTESIS AUDITIVA PUEDA RESOLVER EL PROBLEMA, porque las cosas en las lesiones irrecuperables no funcionan tan sencillamente.
Los ruidos destrozan parte o toda una estructura del oído interno llamada cóclea o caracol que ya pertenece a la vía neuronal auditiva, es decir, estamos hablando ya de neuronas, que hasta el día de la fecha, la medicina actual no puede regenerar de ninguna manera, y, peor aún, de seguir la persona expuesta a los mismos o a otros ruidos el alcance de la afección será cada día mayor, es decir, es progresiva.
Además de la presencia de poca audición en un espectro tonal al principio limitado a una o dos frecuencias agudas, pueden existir zumbidos (tinnitus o acúfenos) que son ruidos fisiológicos productos inequívocos del daño auditivo presente que ocasionan molestias difíciles de soportar porque se escuchan cuando el nivel del ruido externo es poco, por ej, en la casa y sobretodo a la noche. Aparece la paradoja, el trabajador se ENCUENTRA EN LA ENCRUCIJADA SIN SOLUCIÓN donde sabe que si se expone a ruidos intensos podría seguir enfermándose hasta llegar a la sordera total y, por otro lado, si permanece en sitios silenciosos los zumbidos le harán la vida literalmente imposible a tal punto de necesitar medicación continua para poder conciliar el sueño más la presencia de cuadros de ansiedad típicos que también requerirán tratamiento medicamentoso.
Otro elemento a tener en cuenta es el poco margen en el llamado campo auditivo que los traumatizados acústicos poseen. El campo auditivo es el espacio de audición que tenemos entre el umbral mínimo (cantidad de sonido mínimo perceptible) y el umbral máximo (cantidad de sonido máximo antes de experimentar molestia o dolor). Así pues, un campo auditivo estrechado por el trauma provoca que en niveles normales de ruido éste individuo lo perciba con dolor. APARECE OTRA PARADOJA, si le hablan bajo no entiende o no escucha y si le gritan le causan una gran molestia y a veces incluso dolor.
Empieza una etapa espantosa de confusión.
Porque es complicado manejarse entre falsas opciones, ya que escoja lo que escoja saldrá perjudicado.
Además, en caso de hipoacusias laborales producto de la exposición a ruidos pero con presencia de agentes tóxicos pueden ocasionar las llamadas hipoacusias mixtas, de causa laboral compuesta, donde los síntomas comunes de trauma acústico por ruido se verán enmascarados (confundidos) con otros síntomas más acordes a causas de toxicidad. Existe otra estructura en el oído interno responsable del equilibrio llamada conductos semicirculares que suelen dañarse en estos casos provocando mareos, vértigos, vómitos o estados nauseosos y un sentimiento generalizado de peligro extremo por caídas o desmayos.
Las afecciones en el laberinto son extremadamente peligrosas porque si no se detectan a tiempo son causas de futuros accidentes laborales o en el ámbito familiar.
Imagínense estar padeciendo una hipoacusia mixta. Literalmente nos sería muy difícil salir de nuestros hogares y movernos en el mundo real sin inconvenientes.
Otro tema que quiero que penséis es sobre la FALSA IDEA DE QUE UN AUDÍFONO les resolverá el problema. Los audífonos no son gafas, para nada. Los audífonos son amplificadores que requieren de una cóclea con restos de audición importantes para que sean de utilidad. El campo del lenguaje se observa en un espectro tonal limitado, y este espectro es uno de los primeros en afectarse en hipoacusias laborales de segundo grado, es decir, cuando ya han progresado un poco, el trabajador empieza a no entender lo que le dicen y los audífonos no le resolverán DE NINGUNA MANERA el tema de lo que se denomina la comprensión del lenguaje hablado.
Y por último quiero detenerme en otra cuestión, una que es el “gran desconocido”, el factor simbólico del lenguaje.
El ser humano es humano simplemente porque dentro de la evolución en las especies podemos simbolizar nuestra comunicación, es decir, otorgarle un sentido definido, personal, único, inherente al plano semántico, resumiendo, podemos y debemos OTORGARLE UNA SEÑAL DE IDENTIDAD A LO QUE DECIMOS para que la comunicación sea efectiva y al mismo tiempo suceda en todos los aspectos.
Una de las críticas más agudas que algunos antropólogos actuales hacen a las presentes sociedades tecnológicas y tecnologizadas que vivimos gira alrededor de estos conceptos. Ellos opinan que ESTAMOS CADA DIA MÁS CONECTADOS PERO TENEMOS POCO QUE DECIRNOS porque la comunicación ha dejado de ser bidireccional para convertirnos en meros testigos de lo que otros dicen que nos llega, eso sí, a una velocidad de vértigo y con una simultaneidad inédita.
Todos sabemos por el ordenador o por el televisor o por el cine lo que otros dicen, expresan, piensan, pero el INTERCAMBIO ENTRE PERSONAS para que acontezca lo simbólico (es decir, para otorgar el significado a lo que digo-escucho) es nulo.
El hipoacúsico laboral entra en ésta dinámica, deja de ser un interlocutor válido para convertirse en un mero receptor de lo que otros dicen, pero incapaz de mantener el flujo presente en una conversación corriente.
Con el tiempo, dejar de simbolizar es dejar de ser lo que por derecho natural somos, personas.
No es sencillo que podáis comprender “en una sola lectura” la magnitud del sufrimiento que una persona enfrenta como resultado de perder la audición por estas causas, pero al menos espero haberles “despertado” un nivel de conciencia sensible más cercano a la realidad del trabajador padeciente y animarles como abogados a que defendáis a estas personas de una manera más acertada y justa.
Mis respetos.
Cecilia Hadad Beltramo.
Fonoaudióloga, gestora educativa.
Santa Margalida, Mallorca.
Febrero, 2009
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